jueves, 24 de enero de 2008


LA ÉTICA DE LA CAZA

Por Alejandro Lorenzo


Alcanzado ya el ecuador de la presente temporada, se atisba implacablemente, las consecuencias de los últimos desastres medioambientales que han azotado nuestra comunidad. Con las fiestas navideñas a tiro de piedra, no es usual que las altas temperaturas mas propias de estío, hagan brotar nuevas yemas en las especies arbóreas caducifolias, se recolecte una segunda cosecha de fresas en algunos valles de la provincia de Orense, aparezcan plagas de pulgas en algunos pueblos de Galicia y el monocultivo de especies forestales se extienda como la pólvora a lo largo de nuestra geografía. En resumen, no sólo tenemos encima el tan debatido cambio climático, sino que a mayores ayudamos en su avance inexorable.


Aunque para los profanos en temas medioambientales inmersos en sus refugios urbanos, resulte motivo de celebración el ahorro en calefacción y la ostentación de sus modelitos veraniegos haciendo juego con sus bronceados cuerpos; para el resto de los mortales resulta aterrador la constatación de las consecuencias de la manipulación del medioambiente.


En cuanto al deporte cinegético, como cualquier otra actividad que interactúe con la naturaleza, debemos percatarnos de la fragilidad que presentan los ecosistemas y las poblaciones que se explotan, todo ello unido a la situación que vive la caza actualmente, socialmente víctima de una profunda hipocresía. Es aquí precisamente donde debemos concentrar los esfuerzos en un colectivo casi siempre encontrado.


Existen multitud de ejemplos que corroboran esta situación que se vive en el mundo de la caza. Los más significativos están protagonizados por los medios de comunicación. No es difícil ver referencias escritas sobre el futuro de una especie a la cual se achaca su decadencia a la presión cinegética. Es como si haciendo un paralelismo, culpásemos a las mariscadoras del declive que sufren los bancos marisqueros de nuestras rías. O la tan famosa “escopeta de caza” mencionada en las noticias de sucesos, cuando alguien hace uso de una escopeta para perpetrar un crimen. Es como si cuando se produce un atentado terrorista utilizando munición del 9mm parabellum, la prensa afirmase: “el arma homicida se trata de una pistola de la Guardia Civil”, por ser este el calibre empleado por las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado. La industria del cine también tiene su parte de responsabilidad, sobre todo en lo que se refiere a las series de cuentos infantiles donde el cazador siempre asume el papel del malo. En el sistema educativo, también queda patente esta circunstancia. E aquí un ejemplo palpable ocurrido durante el curso pasado en un colegio público, cuando un profesor tratando de corregir al alumno de una contradicción, éste ponía un símil muy significativo: “Eso es como si tu padre dice que es amante de la naturaleza y luego se va de caza”. Esta situación, lejos de mejorarse, llega incluso a las mas altas esferas, cuando esta misma semana los medios de comunicación han desvelado la noticia de que la Casa Real Española, ha ordenado a su séquito que prohiba a los paparazzi, tomar escenas tanto de su Majestad el Rey como de su Alteza el Príncipe, practicando la caza, como esperando ser reprendidos socialmente.


No queremos ni furtivos que esquilmen el campo, ni tampoco ecologetas de salón que después de tomar una dosis viendo “documentales de la 2”, se dediquen a liberar visones americanos en nuestros montes. Estos últimos prostituyen el ECOLOGISMO y los primeros prostituyen LA CAZA. Necesitamos colaborar estrechamente con quienes trabajan en defender la naturaleza. Los colectivos ecologistas y cinegéticos deben inexcusablemente navegar en el mismo barco. Necesitamos explicar a la sociedad que cazar y matar son términos esencialmente dispares. Mientras el uno trata de gestionar una especie y lo ejerce el CAZADOR, el otro va de esquilmar y lo ejercen los escopeteros. Asimismo necesitamos explicar que lo que es realmente trascendente, es la prosperidad de la especie que se caza, y no la muerte de un individuo. Desde el punto de vista de la naturaleza, la muerte es una cosa totalmente coyuntural, al igual que nacer. Lo importante es que la especie prospere. La vida y la muerte forman parte de la esencia misma de la naturaleza. Decía un personaje recientemente fallecido: “La vida es en si misma, la enfermedad mas mortal que existe”.


Durante este año han sucedido cosas que nos han hecho reflexionar sobre la fragilidad del entorno que gestionamos. Resulta alentador escuchar la noticia de que recientemente colectivos de cazadores de Lugo, se han puesto mano a mano a trabajar en colaboración con la Asociación Ecologista ADEGA para paliar los efectos causados por los fuegos y denunciar delitos medioambientales.

No hay comentarios: