jueves, 24 de enero de 2008


MENOS LOBOS

No existe en Galicia ni siquiera en la península ibérica otro animal que sea objeto de tanta controversia, tanto por los odios y las pasiones que despierta, ni por la mitología, las fábulas y las leyendas que rodean la existencia de este gran superdepredador . Nos referimos al gran cánido salvaje (canis lupus signatus), comúnmente conocido como lobo ibérico. Odiado por unos y admirado por otros, tenemos la suerte de poder contar como muy pocas regiones, con las últimas poblaciones de lobo estables que todavía perduran es esta extensa y variopinta piel de toro.


Trataré de expresar como la ignorancia es la principal amenaza que actualmente atraviesa la especie. En primer lugar parece darse por sentado que la existencia de lobos sólo es aceptable en los tiempos que corren, en países pobres o todavía en vías de desarrollo, como es el caso de los países pobres del este de Europa, pues en Alemania, Francia, Inglaterra, Suiza, etc, fueron exterminados por el hombre, excepto Canadá y E.E.U.U. que sólo los conserva en los Parques Nacionales. Por otra parte existe la creencia de que hay animales que no son merecedores de compartir nuestro territorio. Es como si estuviesen de más en este mundo. Es como si el mundo tuviese un defecto y si ellos no existiesen, el mundo seria mas perfecto, para otros simplemente supone un estorbo, como cualquier otro de los muchos que tiene nuestra compleja sociedad. Ocurre como con los ofidios y otros reptiles en general, dentro de nuestra Galicia rural. Cuando aparecen se matan y listo.


Antaño, durante mis correrías y andanza s campestres desde que era niño, tuve la ocasión de tomar contacto en muchas ocasiones, con señales y rastros que delataban su presencia cercana. Sin embargo sólo he podido visualizarlo en un par de ocasiones. Su gran facilidad para eludir la presencia del hombre, como si de un fantasma se tratase, y la itinerancia de un animal que nunca se sabe de donde viene y nunca se sabe a donde va; es precisamente una de las mayores virtudes que han permitido sobrevivir a esta especie en nuestra Galicia profunda, hasta nuestros días.. Durante nuestra infancia, se nos ha presentado a este animal como protagonista de innumerables historias de miedo, como poseedor de todos los males, incluso como un ser maquiavélico, casi diabólico.


Comparando la cultura que sobre este animal se nos ha trasmitido desde la infancia, y mi experiencia en el campo; hoy, no sólo siento respeto por la especie, sino que admiro profundamente a ese animal, que tiene la mirada limpia porque no ha cometido ningún delito, salvo el de tener la mala fortuna de competir con el hombre por la carne, y que a su vez el hombre ha conspirado durante años contra él, creando y divulgando el cuento de caperucita entre los niños, a lo largo y ancho de todo el mundo. Son muchas las causas del declive que presenta la especie. En primer lugar la falta de presas salvajes sobre las que puedan depredar. Ello influye notablemente en el incremento de ataques a la cabaña ganadera. En segundo lugar y como consecuencia de la anterior, el empleo de la estricnina, que no sólo repercute directamente en la población de lobo, sino que contribuye notablemente a diezmar otras especies que se ven afectadas a través de la cadena trófica. Y en tercer lugar el aumento de las grandes obras públicas de infraestructuras viarias, sumado recientemente con los trazados del AVE y del TAV. Éstas últimas siguen sin contar en sus informes de impacto medioambiental, con pasos para el lobo, y posteriormente considerándolo como un estorbo cuando provoca accidentes en las carreteras. De esta forma se fragmentan los territorios, quedando las poblaciones aisladas, impidiendo el intercambio genético y comprometiendo el futuro de las mismas. Cabe destacar que, en ocasiones, debido a la itinerancia, que es una característica propia de la especie, y para explotar los recursos alimenticios, son necesarios desplazamientos de más de 100 kms diarios.


Hoy se pretende apartar el lobo de las zonas de población. Existen planes de recuperación de la especie, pero casi todos, parecen coincidir en una máxima, "lobos si pero donde no hagan daño". Se pretende relegar al lobo a territorios cada vez más concretos y lejos de las zonas pobladas donde no puedan establecer conflictos con el hombre. Pero ¿Cuál es el territorio del lobo? En la provincia de Pontevedra que es la que conozco más directamente, los últimos reductos del lobo, son, o más bien eran, la sierra del Candán, la sierra del Suido, y los montes de la Paradanta. La realidad es que a medida que el territorio del hombre aumenta a pasos agigantados ocupados por sus actividades económicas, el territorio del lobo disminuye proporcionalmente, y los que le van quedando son los que hoy están siendo ocupados por los parques eólicos. Personalmente sostengo la opinión de que en los tiempos actuales, lejos de mantener al lobo lejos de la población, relegada a un par de reductos muy concretos, debemos hacer una gestión controlada de las poblaciones y mantener a raya aquellas que se disparen y ocasionen graves conflictos con el hombre. Aunque personalmente creo que sería incapaz de abrir fuego contra él, admito y entiendo que una buena gestión cinegética, a través de una caza muy controlada, podría beneficiar el futuro de esta especie. Incluso estableciendo un plan de recechos anuales, podrían servir para indemnizar los daños puntuales que ocasiona en la cabaña ganadera. No se debe apartar al lobo de la sociedad. Las generaciones venideras deben ver a este animal, no sólo como una fiera que se come a los niños y a las abuelas, sino como un ser más de la creación y que es perfectamente compatible con las actividades humanas. Seamos serios, según los últimos estudios hechos sobre los daños del lobo ocasionados en la cabaña ganadera, en nuestra comunidad, los gastos de los mismos no superan los 60.000€ al año, es decir, unos 10.000.000 de pesetas. Un gasto ridículo para las arcas de la administración, que después de una seria certificación de daños, a través de un instrumento administrativo eficaz y bien gestionado, podría indemnizar a los afectados adecuadamente en tiempo y forma. Puede parecer paradójico que por lo que cuesta un coche de lujo, se pagarían todos los daños del lobo anualmente en Galicia., evitando así este punto conflictivo. Lógicamente todas estas medidas debieran ir acompañadas de una campaña de sensibilización, porque bien merece la pena perder alguna oveja y seguir teniendo lobos. No hagamos con el lobo lo mismo que se ha hecho en América con las tribus indígenas, que actualmente se exhiben acotadas en reservas como si se tratase de museos naturales, para que no supongan un obstáculo al desarrollo económico, y que luego son objeto de una explotación económica para atraer el turismo. Si apartamos a los lobos de sus territorios y sus dominios ancestrales, habremos perdido toda la mitología y la leyenda que rodea la existencia de este animal y que forma parte de la historia de nuestra Galicia rural.


Alejandro Lorenzo

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