jueves, 24 de enero de 2008

¿PORQUÉ SE FALLAN LOS LANCES?



Una de las modalidades de caza que está tomando más arraigo en nuestra comunidad autónoma son los ganchos o batidas de caza mayor. Ante el incesante incremento de adeptos que esta modalidad de caza está adquiriendo que han migrado provenientes de la caza menor, se hace necesario hacer un análisis de los fallos que se cometen a la hora de resolver un lance, que son muchos y muy variados.


En primer lugar debemos de partir de la idea preconcebida que todo cazador tiene acerca de la caza que practica. Si discutimos con algún cazador sobre, perros, rastros, armas, calibres etc., probablemente cada uno nos dará una versión muy particular sobre el tema y todos ellos se creerán en absoluta posesión de la verdad. Partiendo de la premisa de que cada lance es diferente. No existen dos lances iguales, se extrae la conclusión de que son muchas las cuestiones que hay que analizar para intentar resolver un lance cuando se nos presenta. No existe una fórmula que podamos aplicar en cada uno de los casos. Solamente podemos echar mano de la sabiduría adquirida a lo largo de la experiencia y saber escuchar los consejos de quienes han vivido múltiples y variados lances a lo largo de los años y saber aplicar lo más adecuado en cada momento.


Trataré de enumerar una relación de posibles causas que hacen que más de una vez hayamos quedado perplejos ante el fallo de un disparo que a priori ofrecía todas las garantías de resolverse con éxito. Causas que a mi modesto entender puedan ayudar a quienes hacen sus primeros pinitos como monteros o aquellos que se deseen saber que fallos son los más cometidos y tratar de evitarlos en un futuro. Dichas causas las he tratado de analizar basándome en la observación de las costumbres adoptadas de todos aquellos que día tras día me acompañan en nuestras andaduras monteras, y en el análisis de mis propios errores.


Las causas más comunes que producen fallos en los lances las he catalogado en cinco grandes grupos:


- En primer lugar podríamos destacar los fallos achacables a la precipitación y exceso de confianza. Las precipitaciones no son buenas consejeras teniendo casi siempre resultados negativos y al mismo tiempo nos hacen perder casi con toda probabilidad la única opción que la cacería nos ofrecerá ese día. Pues son contadísimas las ocasiones donde se puede repetir un lance en un mismo día y en la misma postura. En muchas ocasiones el fallo viene producido por una anticipación del montero en pretender abatir la pieza nada más visualizarla, ante el temor de que la orografía del terreno le impida seguir haciéndolo, una vez que la res se halle mas cerca. Es fundamental colocar las posturas de manera que el terreno permita dejar cumplir perfectamente a la res en el puesto y de no ser así, que ésta última, lo haga en cualquiera de los puestos adyacentes. La sabiduría del refranero nos dice que “la avaricia rompe el saco”. Es muy común cometer el error de pretender abatir más de una res cuando el montero tiene la fortuna de que varias reses rompan en manada hacia su puesto. En estos casos se recomienda tener la frialdad de dejar a un lado las ambiciones y poder elegir rápidamente cual es la res sobre la que vamos a disparar. Una vez tomada esta rápida decisión nos centraremos en ella y nos olvidaremos del resto. El tener dudas durante unos instantes, nos producirá una indecisión que nos impedirá apuntar con calma a ninguna de ellas y a buen seguro nos quedaremos con la miel en los labios.


- En segundo lugar estarían los fallos producidos por la falta de planificación. En este apartado me refiero a la importancia de analizar previamente el área de dominio del tiradero con la finalidad de observar con detalle todos los senderos, todas las veredas y las trochas por donde pueden romper las reses que se dirigen hacia nuestra postura. Este ejercicio previo, puede ayudarnos mucho para hacernos una idea preconcebida del potencial lance que nos puede presentar. Otro aspecto importantísimo es el poder escuchar la entrada de la res. En el caso concreto del jabalí, existe un dicho muy sabio que dice que el jabalí si lo oyes llegar, se puede considerar medio muerto. Esto es muy importante pues el oír la estampida previamente, nos permitirá en primer lugar corregir nuestra postura corporal, posteriormente modificar nuestra posición para salir a su encuentro, y finalmente el poder cubrirlo con el arma encarada y abatirlo en cuanto asome al cortadero, sin darle tiempo a que inicie el acelerón típico que efectúan cuando alcanzan el terreno despejado. Los lances que se presentan con el sol de cara y no estando equipados con un sombrero adecuado, se pueden considerar como un fracaso anticipado, al margen de incrementar las posibilidades de provocar un accidente de caza.


- En tercer lugar estarían los fallos producidos por causas psicológicas. El estado anímico es uno de los aspectos fundamentales a la hora de hacer buenos tiros. Los mejores disparos se realizan cuando nuestro estado anímico presenta un cierto grado de euforia, que nos permite llenar bien el pecho de aire, hacer una pausa en la respiración antes de apretar el gatillo. El estado de decaimiento y el titubeo no son buenos acompañantes para realizar tiros eficaces y con un cierto grado de garantía.


- En cuarto lugar estarían los producidos por la falta de técnica y destreza. En este apartado hago referencia a la pericia que el cazador pueda tener en función de su experiencia y preparación. Ni que decir tiene que el tirador deberá dominar la técnica de “swing” o adelantamiento o como se dice en el argot “saber correr la mano”, en aquellos disparos que se efectúen a reses que se desplazan a gran velocidad y a las que hay que dispararles muy rápidamente. Asimismo, para aquellos que no usen visor, se hace recomendable emplear alzas de batida con objeto de poder efectuar los disparos con los dos ojos abiertos. Esta última técnica tiene unas considerables ventajas respecto del tiro convencional pues permite por un lado estar viendo permanentemente el blanco sin mirar para nada el arma ni los elementos de puntería, en segundo lugar nos permite doblar el tiro con rapidez en caso de ser necesario puesto que no es necesario desencarar para nada el arma y por último podremos corregir el error del disparo en caso de errar, al tiempo que disfrutaremos mucho más del lance, pues tendríamos una visión retrospectiva del blanco, el cual lo veríamos de la misma manera que lo haría un espectador que nos acompañase en ese momento.


- En quinto lugar estarían los fallos producidos por un escaso conocimiento de ciertos aspectos técnicos. Es muy común en nuestra tierra donde la cultura de caza mayor es muy reciente, asistir a un sinfín de ganchos donde muchos cazadores se hacen con un tipo de arma y un calibre y pretenden que les resuelva el lance en cualquiera de las situaciones posibles. En ocasiones se observa que la mayoría de los fallos de alimentación de las armas semiautomáticas se deben fundamentalmente a dos factores, el primero una falta de esmero en la limpieza tanto del depósito como del conjunto de cierre. La segunda por introducir en el mismo cargador cartuchos obviamente del mismo calibre pero equipados con proyectiles de diferentes puntas y de diferentes pesos. Todavía existen numerosos cazadores permanentemente a la búsqueda de su arma y calibre para todo. No existe un arma para todo y mucho menos un calibre. Únicamente existen unos pocos algo más versátiles pero que evidentemente adolecen de ser perfectos en nada. Los calibres más pesados tienen un gran poder destructivo y un gran poder de parada en distancias limitadas, por el contrario si pretendemos hacer tiros al estilo “John Wayne”, con trayectorias muy tensas y a distancias mayores, deberemos usar cartuchos equipados con proyectiles más ligeros pero con la contrapartida de ser poco eficaces en distancias cortas y que liberan poca energía en la res debido a su gran velocidad y poca deformación. Si disparamos uno de estos proyectiles sobre una res a muy corta distancia y tenemos la mala fortuna de no tocar hueso, lo más probable es que el animal sea traspasado limpiamente y dejando poca energía residual en el cuerpo del mismo, lo que nos haga dudar de si realmente hemos hecho blanco, y si queremos saberlo a ciencia cierta no nos quedará mas remedio que “esperar al olor”.

Otro error muy común es el de emplear cartuchos con gran poder de parada para tiros cortos equipados con puntas de expansión rápida. Una elección muy inteligente si se usan en tiraderos limpios, pero cuando la res va enmontada, pueden estallar al menor roce con una ramita de un arbusto, haciéndole creer al montero que la res ha sido alcanzada pero que por razones inexplicables no ha sido cobrada.


Aunque para muchos lectores y cazadores experimentados estas cuestiones puedan parecer mas o menos triviales, seguramente no sólo sirven para alertar a quienes, jornada tras jornada, sufren constantemente errores producidos por alguna de las cuestiones aquí expresadas; si no también para llevar a cabo una cura de humildad para aquellos que ostentan un ego cinegético extremadamente exacerbado, cuando sean sorprendidos por un fallo de este tipo ante sus humildes compañeros. Son muchos los errores de este tipo o de otra índole en los que podemos caer y sobre los cuales debemos sacar conclusiones y aprender de ellos, errores que han hecho que más de una vez se haya tambaleado mi orgullo como tirador.



Alejandro Lorenzo

CUADRILLA ARROTEA

No hay comentarios: